Al llegar la Catrina a Naucalpan
notó con singular tristeza,
que de aquél bello municipio
hoy era pura delincuencia.
Apenas tomó un camión
y unos tipos se subieron a asaltar,
dio gracias la huesuda
que más muerta no podía terminar.
Al bajarse del transporte
con sus vestidos llenos de agujeros,
pasó un cafre a toda velocidad
haciéndole volar por los cielos.
Todavía no reaccionaba por completo
cuando sintió una mano amiga,
pero cual fue su sorpresa
cuando en una cajuela terminó metida.
Ni supo como fue
que de sus captores logró escapar,
pidió ayuda a los municipales
para a su casa a salvo llegar.
Pero no sabía la Catrina
que aquellos eran los responsables
hasta que muy tarde comprendió
que ellos eran los criminales.
Enojada estaba la flaca
con las autoridades municipales
que al final decidió hacer una limpia
y a todos ellos al averno mandarles.
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