Involucrar a los demás.
Los deseos normalmente atraen a más personas a nuestras vidas. Las personas "decididas" o llenas de "deseos" e "ilusiones" son faros resplandecientes en la tormenta de la vida, es por ello que muchos barcos buscan su luz para llegar a buen puerto.
La vida es finita, los deseos también y puede que logremos satisfacer algo y alcancemos la felicidad pero, ¿No todo termina por acabarse? La respuesta es no.
La vida se acaba pero la influencia queda. Nuestro cuerpo puede convertirse en alimento de bacterias o simple ceniza que algún día volará y será parte de la tierra, la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Podría decirse que estamos hechos básicamente del universo.
Y con esto último no quiero dar pauta a decir que el universo es para nosotros, creo firmemente en lo que dice Carl Sagan:
"El universo no fue hecho a medida del hombre, tampoco le es hostil: le es indiferente."
A lo que me refiero quizás es que una cosa da pauta a la otra, quizás el amor salvaje cuyos encuentros sexuales son verdaderos maremotos terminará acabándose y sus restos podrán ser arrastrados por la corriente o se convertirán en las semillas de un amor paciente, oyente y tranquilo.
Los viajes por el mundo podrán convertirse después en historias para siguientes generaciones. El trabajo arduo y duro, se convertirá en el tiempo de reposo, gozo y tranquilidad. El enojo fuerte y explosivo, se podrá convertir en un entendimiento suave y paulatino. Mientras no se lastime a alguien, los deseos son una parte fundamental del ser humano.
Lo importante es recordar que puede que no lleguemos a la meta y no por eso debemos acelerar más aún el paso sino que debemos abrir los ojos para apreciar ese instante de tiempo llamado vida.
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Con sentido o sin sentido, palabras que simplemente brotaron de mis manos para con el teclado.
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