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Books and anime reviews, when I have time; I wrote tales, stories and unfinished novels (for now). Hobbies too and reflections. Mainly Spanish, sometimes English and maybe something in Japanese.

jueves, 27 de noviembre de 2014

[ESP] Todo comenzó en el elevador (Cuento Corto)

Todo comenzó en el elevador.

Como si de una película se tratase, ella entró corriendo al tan reducido y claustrofobico espacio; antes de que las puertas se cerraran, sin importarle si había alguien más adentro. En este caso yo.
Su cuerpo se abalanzó sobre el mío y me pareció que, en aquel momento, el tiempo se ralentizaba.
Su boca quedó a escasos centímetros de la mía, mentiría si dijera dos o si hubiesen sido cinco, mentiría en la distancia porque mis labios se sentían besados por los de ella. Su aliento se introdujo hasta mis pulmones y me hizo sentirla en todo mi ser; cada milímetro cúbico que respiraba de su aliento, ella se impregnaba más y más en mi cuerpo. Sus manos recargadas en mi cuerpo se fueron cerrando lentamente mientras taba de girar su rostro hacia un lado. Izquierdo o derecho, la verdad no lo sé, no lo recuerdo y en aquél momento no me importó porque justo cuando intentó girarse, nuestras narices se dieron un fino toque; un pequeño beso travieso. El rubor le inundó el rostro, o al menos eso pensé cuando mi mirada exploró su angelical y bello rostro, resplandeciente como ningún otro y, tan solo unos segundos después de mi inspección, ella trató de establecer algo de distancia entre nuestros cuerpos. Como si de dos desconocidos se tratase, menuda tontería. En aquél momento ya le conocía lo suficiente como para declararle mi amor eterno, como para jurar protegerla hasta que el voraz cuervo de la muerte se apoderara de todas mis entrañas.  
En un acto bastante torpe tropezó con sus propios pies y en aquella desesperación se sujetó de mi corbata, jalándome hacia ella.

¿Todo habrá pasado rápido o habrá sido como un compás de baile bastante peculiar? La verdad es que en aquél momento lo único que pude hacer es apoyar una de mis manos contra la pared del elevador y sujetarle con mi otra mano; tensando mi cuello para no morir ahorcado por quién en tan pocos instantes se había convertido en todo mi universo.

Así, sujetándole y evitando que cayera vi sus claros y castaños cabellos chinos caer libremente, atraídos por el eterno amor de la gravedad. Su rostro de facciones redondeadas, bellas mejillas, profundos ojos y largas pestañas era la perfección encarnada. Vestía con un pequeño saco café, una blusa de un tono marfil cubierta por un saco cuyo color era seguro alguna variante del color del saco; una falda de tonalidad más oscura y unas botas de color piel cobrizo, altas, escondiendo las pantorrillas y con un tacón algo discreto.

Sentimos el ligero movimiento de arranque del elevador y ella me soltó de la corbata, yo le deje enderezarse y separé mi mano de su curvada cintura.
Miró fijamente a las puertas del elevador mientras se acomodaba el saco. Un jalón por ahí y otro por allá; retiró algún polvo –de seguro imaginario– de sus hombres y pasó una mano por sus marcados chinos.  Yo solo acomodé mi corbata y el cuello de la camisa.

El elevador se detuvo pausando mi pulso; todo mi cuerpo se volvió de roca y el temor de algún viejo depredador, que hacía mucho tiempo pensé que había alejado, se apoderó de mí. Las puertas se abrieron y sus pies comenzaron aquella fatídica marcha.
Vi como el amor podía ser algo que nace y muere en instantes; lo comprendí y lloró mi corazón. Le vi salir y, por miedo, cerré los ojos.
Renuncie a todo y me dejé tragar por la inmensa oscuridad; vi mi cuerpo caer en la cueva sin fondo de la incertidumbre.
En un arrebato final de locura, como si de un instinto de supervivencia se tratase, abrí los ojos para enfrentar valientemente mi destino.
Le vi de espaldas, con una mano entre las puertas, evitando que me cayera en el tan miserable final al que me había resignado.

–También te amo… –fue lo que dijo, con una voz que apenas podría considerarse un tenue susurro. 

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